Comentario
Frente a la riqueza de la arquitectura y la pintura durante este siglo, la escultura ocupó al principio un segundo plano que, sin embargo, poco a poco fue superando.En los comienzos de la centuria se aprecia cómo a la par que las influencias italianas y flamencas pervive la tradición del estilo de Jean Goujon y Germain Pilon, lo que hace que las obras escultóricas de este momento se decanten entre formas clasicistas, naturalistas y barrocas, aunque con menor riqueza que en la pintura.En medio de este ambiente sobresalieron por su carácter independiente Simon Guillain y Jean Warin.Simon Guillain (1581-1658) era hijo del también escultor Nicolas Guillain, que debió ser determinante en la formación de su estilo. Todavía en edad juvenil pasó a Italia, de donde regresó en el año 1612. Pero sobre todo, sus características estuvieron condicionadas por las obras en bronce de Germain Pilon, como así puede comprobarse en su actuación más destacada, el monumento que erigió en el Pont-au-Change de París, para el que fundió en bronce en el año 1647 las estatuas, hoy conservadas en el Louvre, de Luis XIII, Ana de Austria y Luis XIV aún joven. En ellas sigue muy directamente a Pilon, aunque con un tratamiento de inferior calidad, como se aprecia especialmente en los paños y en la falta de captación psicológica de los rostros.Por su parte, Jean Warin (1596-1672) fue ante todo un medallista de gran calidad, pero que también tuvo una importante actividad escultórica, de la cual nos ha llegado como principal testimonio el busto del cardenal Richelieu de la Bibliothéque Mazarine de París, realizado hacia 1640 y que, como en el caso de Guillain, también delata la herencia de Pilon, a la que añade un lenguaje de carácter ya barroco.Al tiempo que estos escultores también trabajó Jacques Sarrazin (h. 1588-1660), que realmente animó el panorama decorativo francés de la época. Su formación la realizó con Nicolas Guillain, completándola posteriormente en Italia donde asumió un estilo clasicista con el que triunfó al regresar a Francia. Esto puede verse, por ejemplo, en las cariátides del Pavillon de l'Horloge de la Cour Carrée del Louvre o en la decoración del château de Maisons que dirigió por encargo de François Mansart entre los años 1642 y 1650, aunque bien es cierto que aquí hubo una muy fuerte intervención de sus discípulos.La obra más importante de Sarrazin es, sin duda alguna, la tumba de Henri de Bourbon, príncipe Condé, que hizo para la iglesia de Saint-Paul-Saint-Louis de París, aunque posteriormente fue trasladada a Chantilly por lo que sufrió una transformación a fin de adaptarla al nuevo emplazamiento. Pero lo más señalado en ella es que ya se aprecia esa simbiosis de barroco y clasicismo que será propia de Versalles, y que en definitiva dominará el panorama artístico de buena parte del siglo XVII francés.Dos hermanos, François (1604-1669) y Michel (1612-1686) Anguier, nacidos en la población normanda de Eu, ocuparon también un lugar destacado en la evolución de la escultura francesa del siglo XVIIFrançois parece ser que trabajó en Abbeville, París e Inglaterra, mientras que Michel lo hizo en París con Simon Guillain. Hacia 1641 los dos fueron a Roma donde colaboraron en el estudio de Algardi y de donde regresaron, François en 1643 y Michel en 1651.En 1649, el mayor de los hermanos recibió el encargo de hacer la tumba de Henri II Montmorency en Moulins, obra que prolongó hasta 1652, lo que dio la oportunidad de que interviniese Michel al volver de Italia. La obra está concebida como un gran retablo, y en ella se aprecia el reflejo del arte romano, pudiendo inclusive rastrearse la influencia de Giacomo della Porta en el conjunto general y de Algardi en el tratamiento de las esculturas, que están ejecutadas desde un punto de vista barroco atemperado.Por su parte, Michel se caracterizó por una tendencia hacia formas más clásicas. Este rasgo puede verse en la decoración que entre 1655 y 1658 realizó en colaboración con Giovanni Francesco Romanelli para las habitaciones de Ana de Austria en el Louvre. Es significativo que el modelo seguido fuese la decoración del Palazzo Pitti hecha por Pietro da Cortona, pues no en balde había sido el maestro de Romanelli; ahora bien, la influencia del gusto francés se hace presente en un mayor clasicismo de las figuras frente a la pesadez de su modelo italiano.Pero esta dualidad entre barroquismo y clasicismo que en muchas ocasiones dominó a estos artistas, se manifiesta plenamente en la actuación de Michel para la decoración de la iglesia del Val-de-Gráce, donde las enjutas de la cúpula y la bóveda de la nave responden a un ideal clasicista, mientras que otras obras hechas para el mismo edificio, como el conocido grupo de la Natividad, hoy en la iglesia de Saint-Roch de París, señalan un mayor barroquismo, por más que resulte atemperado con respecto al italiano.Ya al final de su carrera, recibió Michel en 1674 el encargo de hacer la decoración de la Porte Saint-Denis de París al renunciar a él Girardon, totalmente acaparado por Versalles. El conjunto, que conmemora las victorias de los ejércitos de Luis XIV en el Rin, lo distribuyó en placas apiramidadas adosadas a cada uno de los machones que flanquean el arco. En ellas, los motivos decorativos consisten en relieves con trofeos de aspecto muy clásico, a los que por otra parte intentó darles un carácter grandilocuente para adaptarlos a los nuevos gustos imperantes.Junto a estos artistas hubo durante la primera mitad del siglo otros de carácter secundario que, en general, siguieron por los mismos derroteros, pues con frecuencia fueron discípulos suyos. Así ocurrió con Gilles Guérin (1606-1678), que aprendió de la mano de Sarrazin con quien trabajó en el Louvre y en Maisons. La influencia de su maestro es por otra parte apreciable en las cariátides que dispuso en la tumba del príncipe Condé en Vallery, aunque a partir de 1650 su estilo se hizo paulatinamente más barroco.Philippe de Buyster (1595-1688) fue un escultor flamenco que también se formó con Sarrazin, siendo su actividad, más importante la realización de tumbas y la decoración de algunas iglesias, entre las que cabe destacar las esculturas que ornamentan el exterior de la cúpula de la iglesia del Val-de-Grâce.También flamenco y discípulo de Sarrazin, fue Gérard van Obstal (1594/1604-1668), quien trabajó con su maestro en el Louvre. Durante su época de madurez se caracterizó por un estilo clasicista como dejó patente en los medallones de la escalera del château de Maisons y en los relieves de la galería del Hótel Lambert de París.Tras este período sombrío, a mediados del siglo, el panorama cambió gracias a la actividad de dos grandes figuras, Girardon y Coysevox, y gracias también a la multitud de encargos que fueron hechos para decorar distintos palacios, y en especial el de Versalles, donde sobre todo los jardines requirieron una gran actividad escultórica.